Estaba a un solo paso de cumplir su sueño. Un simple movimiento, y todo habría acabado.
Todo comenzó como una mera ilusión, un simple deseo, un objetivo perverso. Vio cómo la miraba, pudo ver reflejado en su rostro cuáles eran sus intenciones. No se lo podía permitir, no podía salirse con la suya. Otra vez no.
Esta vez, se alzaría con la victoria, se impondría sobre él. Lo único que tenía que hacer, era mostrar debilidad, hacerle ver a través de sus ojos su rendición. Justo entonces, le arrancaría aquello que más anhelaba; su propia vida.
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