Intentó gritar. Intentó moverse. Todo fue en vano. Estaba
atrapado, inmovilizado, enjaulado. Su única salida, la única vía de escape de
la que disponía se encontraba al alcance de su mano, bastaba con alargar la
mano, coger el arma por el mango, y acabar con todo. Eso era lo que ella quería,
lo que estaba deseando ver. Y así lo hizo. Tanteó el suelo en busca de la
navaja, y cuando lo encontró, lo ocultó bajo sus ropas, esperando a la próxima
comida. No contaba con que el mal siempre va un paso por delante. El mal,
siempre gana. El bien, siempre muere.
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